06 Apr 2017
Un día diferente para Samson, el gato más grande de Nueva York
Hola humanos y amigos peludos. Mi nombre es Samson – también conocido como Catstradamus en las redes sociales – y soy el gato más grande de Nueva York, y probablemente del mundo. ¡Lo que talvez aún no saben es que descubrí una tienda hermosa en Nueva York que todos ustedes

Hola humanos y amigos peludos. Mi nombre es Samson – también conocido como Catstradamus en las redes sociales – y soy el gato más grande de Nueva York, y probablemente del mundo.

¡Lo que talvez aún no saben es que descubrí una tienda hermosa en Nueva York que todos ustedes deberían conocer y visitar!

Todo empezó un lindo sábado. Purrr… purr, purr, purr. ¿Qué me apetece hacer hoy? El día está lindo, purrrfecto para pasear con mi querido humano. Fui a saludarlo, como todas las mañanas, y supe que estábamos en sintonía cuando lo escuché decir que saldríamos a tomar un brunch. Mmmmmm, ¡me muero de las ganas!

Salimos de Brooklyn hacia Manhattan. Tomamos nuestros brunch – pues no me resisto a un buen plato de atún fresco – y seguimos nuestro paseo por las calles de Nolita aprovechando aquel día soleado.

Puuurrrrrr, ¡qué brisa tan agradable y qué árboles tan lindos! Decidí entonces sentarme bajo la sombra y descansar un poco. No podía creer lo que estaba viendo: ¡gatos! ¡Una vitrina con gatos justo ante mis ojos! No pude contener mi ronroneo; ¡quería verlo todo y descubrir qué maravillas se escondían atrás de aquella vitrina!

Una tienda de calzado mágica – ¡el mundo de Josefinas! Lo que más me sorprendió fue el amor de Josefinas hacia los gatos. Me sentí verdaderamente homenajeado: conocí a Hazel Cat y a Gato Cheshire, criaturas adorables, muchos pelitos e incluso una S afelpada ideal para mi bolso de viaje. ¡Sólo podría ser la S de Samson!

Exploré cada rincón de la tienda y como me encanta ser fotografiado - después de todo soy una estrella - me estiré en aquel sofá maravilloso, casi tan suave como yo, y dejé que los flashes de la cámara capturaran aquel momento único. Claro que los humanos de Josefinas me dieron mucha atención y galletas deliciosas, ¡me trataron como me lo merezco!

De algo estoy seguro, nunca más olvidaré la belleza de Josefinas y esta experiencia sensorrrrrrial.